Una experiencia musical de un virtuosismo rotundo: Miguel Siso.
Por Isa Camblor
Este jueves once de septiembre teníamos en Zigia28 una cita acústica con Miguel Siso, músico venezolano ganador del Grammy latino al mejor álbum instrumental. Si pensábamos que estábamos acudiendo a un concierto de jazz, y esa era nuestra expectativa, desde el primer acorde entendimos que lo que estábamos presenciando era algo completamente novedoso.
Para comenzar, esa noche descubríamos el instrumento de Siso, el cuatro, con una identidad propia que, por lo menos en España, poca gente conoce; y para continuar nos plantearon un concepto de música al que no estamos acostumbrados: diferentes géneros se mezclaban magistralmente en una propuesta que cuesta ser definida. Sin duda la estructura y la armonía nos remitían al jazz, pero su gran mérito consiste en la manera de integrarlo con adaptaciones culturales y estéticas de diferentes lugares del mundo.
Los músicos con los que trabaja nos sorprendieron por su talento y también por su destreza para pasar de un estilo a otro con perfectas soluciones de continuidad. Siso fue paulatinamente introduciendo a cada músico de la banda, uno por uno: Gustavo Medina y Edwin Arellano (ambos bajo eléctrico), Jorge Glem (percusión ligera) y Jorge Chacón (flauta y saxo).
Hay que pararse a resaltar los momentos de diálogo entre instrumentos, realmente magistrales. Miguel Siso ofreció a cada uno de los músicos su momento de protagonismo y todos lo aprovecharon para ir desplegando una habilidad técnica sorprendente y una sensibilidad interpretativa que rompía esquemas. Señalamos ese prodigioso encuentro —con sus espacios particulares y sus diálogos, entre bajo, flauta, piano, percusión y cuatro— como lo más destacado del concierto.
Podemos decir que este concierto superó las expectativas. El jazz siempre es sugerente y muy intelectual, pero es que lo que escuchamos la noche del jueves no era exactamente jazz; esto es otra cosa: ninguna de las big bands que acostumbramos a oír desprende unos sonidos como los del concierto del jueves, y no esperéis tampoco escuchar nada parecido en las acostumbradas Jam Sessions improvisadas ni en ninguna de las formaciones de jazz convencionales. Esto es original y nuevo, a pesar de que su base indiscutiblemente es el jazz. Aquí, cada pieza nos trae un paisaje distinto y en cada una de ellas, los instrumentos encuentran voces diferentes, aunque al final el conjunto se muestra perfectamente armonizado. Lo que nos ofrecen estos músicos más que un concierto es un viaje: Venezuela en las cuerdas y el mundo en el aire.
En el último momento hizo acto de presencia el cuarto integrante del grupo, Johnny Kotock, quien ocupó el piano de cola de Zigia28. El grupo interpretó entonces un tema muy conmovedor que forma parte del álbum Identidad, Tiempo de Cambio: con esta pieza Siso y su grupo transmitieron una profunda carga emocional, evocando la situación política y social de Venezuela.
En definitiva, el recital nos pareció muy íntimo y vibrante, y su fuerza rítmica espectacular pero lo que realmente nos impresionó fue la novedosa atmósfera conseguida: jazz matizado con melodías mestizas, una propuesta nueva y llena de fuerza.
—Zigia28 será mi anfitrión en la próxima cita acústica —nos prometió Miguel Siso, siempre cercano y amable, antes de abandonar el escenario, dejando claro un compromiso que nos hace mucha ilusión: volveremos a contar con él el 16 de octubre.
Gracias, Miguel, por una noche de descubrimientos, originalidad y virtuosismo, y asimismo por transmitir una bellísima atmósfera sonora que en todo momento nos invitó a la reflexión y el sentimiento colectivo. En Zigia28 esperamos encontrarnos contigo muy pronto.
Por Isa Camblor
Este jueves once de septiembre teníamos en Zigia28 una cita acústica con Miguel Siso, músico venezolano ganador del Grammy latino al mejor álbum instrumental. Si pensábamos que estábamos acudiendo a un concierto de jazz, y esa era nuestra expectativa, desde el primer acorde entendimos que lo que estábamos presenciando era algo completamente novedoso.
Para comenzar, esa noche descubríamos el instrumento de Siso, el cuatro, con una identidad propia que, por lo menos en España, poca gente conoce; y para continuar nos plantearon un concepto de música al que no estamos acostumbrados: diferentes géneros se mezclaban magistralmente en una propuesta que cuesta ser definida. Sin duda la estructura y la armonía nos remitían al jazz, pero su gran mérito consiste en la manera de integrarlo con adaptaciones culturales y estéticas de diferentes lugares del mundo.
Los músicos con los que trabaja nos sorprendieron por su talento y también por su destreza para pasar de un estilo a otro con perfectas soluciones de continuidad. Siso fue paulatinamente introduciendo a cada músico de la banda, uno por uno: Gustavo Medina y Edwin Arellano (ambos bajo eléctrico), Jorge Glem (percusión ligera) y Jorge Chacón (flauta y saxo).
Hay que pararse a resaltar los momentos de diálogo entre instrumentos, realmente magistrales. Miguel Siso ofreció a cada uno de los músicos su momento de protagonismo y todos lo aprovecharon para ir desplegando una habilidad técnica sorprendente y una sensibilidad interpretativa que rompía esquemas. Señalamos ese prodigioso encuentro —con sus espacios particulares y sus diálogos, entre bajo, flauta, piano, percusión y cuatro— como lo más destacado del concierto.
Podemos decir que este concierto superó las expectativas. El jazz siempre es sugerente y muy intelectual, pero es que lo que escuchamos la noche del jueves no era exactamente jazz; esto es otra cosa: ninguna de las big bands que acostumbramos a oír desprende unos sonidos como los del concierto del jueves, y no esperéis tampoco escuchar nada parecido en las acostumbradas Jam Sessions improvisadas ni en ninguna de las formaciones de jazz convencionales. Esto es original y nuevo, a pesar de que su base indiscutiblemente es el jazz. Aquí, cada pieza nos trae un paisaje distinto y en cada una de ellas, los instrumentos encuentran voces diferentes, aunque al final el conjunto se muestra perfectamente armonizado. Lo que nos ofrecen estos músicos más que un concierto es un viaje: Venezuela en las cuerdas y el mundo en el aire.
En el último momento hizo acto de presencia el cuarto integrante del grupo, Johnny Kotock, quien ocupó el piano de cola de Zigia28. El grupo interpretó entonces un tema muy conmovedor que forma parte del álbum Identidad, Tiempo de Cambio: con esta pieza Siso y su grupo transmitieron una profunda carga emocional, evocando la situación política y social de Venezuela.
En definitiva, el recital nos pareció muy íntimo y vibrante, y su fuerza rítmica espectacular pero lo que realmente nos impresionó fue la novedosa atmósfera conseguida: jazz matizado con melodías mestizas, una propuesta nueva y llena de fuerza.
—Zigia28 será mi anfitrión en la próxima cita acústica —nos prometió Miguel Siso, siempre cercano y amable, antes de abandonar el escenario, dejando claro un compromiso que nos hace mucha ilusión: volveremos a contar con él el 16 de octubre.
Gracias, Miguel, por una noche de descubrimientos, originalidad y virtuosismo, y asimismo por transmitir una bellísima atmósfera sonora que en todo momento nos invitó a la reflexión y el sentimiento colectivo. En Zigia28 esperamos encontrarnos contigo muy pronto.

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