Marta Sánchez, decoradora de interiores y experta en arte floral, ha formado parte del equipo de Zigia28 durante un año y tres meses y aún sigue siendo una más de la familia, aunque haya cerrado su tienda, puesto que continúa impartiendo los talleres de arreglos florales.
Marta, desenvuelta, activa y siempre afectuosa, nos abre las puertas de su casa que, por cierto, está muy cerca de Zigia28, luciendo esa sonrisa abierta que la caracteriza. Lolo, su perrito, al que conocemos muy bien —y si eres asiduo del centro cultural habrás tenido también la ocasión de conocer—, se muestra atento, curioso y, muy modosito, se sienta en el sofá dejándonos muy claro que él también va a participar en la entrevista. Marta dirigía una tienda muy especial dentro del mismo Zigia28. Seguro que la recordaras, con sus preciosas muñecas antiguas (Mariquitas Pérez auténticas, incluso con su documento de identidad), así como diversos objetos decorativos que transformaban su pequeño espacio en un territorio muy inspirador donde se respiraba una sugerente atmósfera de creatividad y hechizo.
— ¿Sigues formando parte de la familia de Zigia28?
— Por supuesto. Desde el momento en el que Javier me dijo: bueno, ya eres una más de la tribu, supe que yo encajaba perfectamente en ese equipo familiar, y aún siento que soy parte de él.
— ¿Cómo conociste Zigia28?
— Justo cuando empezaron a construir el centro. Me producía mucha curiosidad: yo pasaba por delante siempre, me llamaban la atención aquellos toldos blancos y negros. Y cuando supe que iba a convertirse en un centro cívico, todavía sentí mucha más curiosidad. Un día tuve la idea de entrar en la web, y justo entonces me dije a mí misma: me voy a tirar a la piscina.
— ¿En qué momento te incorporaste al equipo de Zigia28?
— Fue en un momento difícil para mí, durante la pandemia. Zigia28 me abrió una puerta enorme y eso es muy significativo para mí. Durante un año y tres meses he sido una más allí.
— De hecho, sigues siéndolo porque aún impartes talleres florales en sus aulas. ¿Qué fue lo que más te llamó la atención cuando entraste a trabajar aquí?
— Me aportó muchísimo la sinergia tan especial con mis compañeros. Poder compartir, aportar y que me aportaran.
— Acababas de llegar a este barrio…
— Pues sí. Aquí estaba, después de treinta y cinco años en la Guindalera con tienda de decoración y regalos. Era mi mundo. Me costó mucho salir de allí. Fue mi hijo quien me recomendó este barrio, lo conocí y convertí en un reto llevar a cabo un cambio tan trascendental en el que confluía el irme de allí y cerrar mi negocio.
— ¿Cómo te presentaste en el centro cultural?
— Aleix me dio cita, conocí a Javier y sencillamente ofrecí mis talleres florales. Fueron muy generosos: me ayudaron, me dejaron elegir la sala. Pocos días allí y ya estaba enganchada…
— ¿Cómo surgió la idea de la tienda?
— Fue en un rastrillo. Visualicé el espacio, con sus aparadores y vitrinas, sus showrooms… y allí mis objetos especiales, las Mariquita Pérez, y le hablé del proyecto a Javier. Y todo comenzó en julio de hace dos años y lo mantuve un año y tres meses.
— ¿Cómo recuerdas los primeros días?
— Recuerdo sobre todo cómo el equipo entero se volcó conmigo. Eran momentos convulsos para mí y ellos se solidarizaron. Me sentí muy arropada. Me iba a jubilar, todo era complicado, mi sector estaba en baja y allí estaban ellos para apoyarme.
— ¿Cuál consideras que es el mayor obstáculo que has tenido que superar?
— Romper con todo lo construido, por las circunstancias así tuvo que ser. La frustración, la impotencia, cierta sensación de fracaso. El haberme entrampado económicamente… e incluso ahora seguir pagando. El caso es que yo funciono bien contra las cuerdas, pero se hacía enorme.
— Un recuerdo memorable del tiempo en el centro cívico, el primero que te venga a la mente…
— Sin duda el momento más inspirador fue cuando me mostraron la placa colgada en la pared en la que figuraba mi nombre. Imagínate lo importante que me sentí cuando leí: “Calle de Marta Sánchez del Río”. En ese momento fui consciente de que había dejado mi impronta en Zigia28. Lo cierto es que esa placa ha sido uno de los regalos más significativos que me hayan hecho nunca.
— Si pudieras cambiar de profesión mañana ¿Qué ámbito elegirías?
— ¡El mismo! Volvería a tropezar con la misma piedra. Me mueve la creatividad y la belleza.
— ¿Cómo ves a tus clientes, a tu público?
— Son personas que confían en mí. Son muy fieles. Lo cierto es que son más amigos que clientes. Es muy gratificante asesorar a gente cuando sientes que te creen.
— Aparte de impartir talleres de arte floral ¿continúas todavía de alguna forma en tu trayectoria, dando rienda suelta a tu vocación?
— Sí. Sigo suministrando productos, asesorando, decorando para eventos. Muchas decoraciones en oficinas, bodas, comunidades…
— ¿Cómo te definen tus amigos?
— Constante, trabajadora… aunque más que una cualidad es una necesidad para mí. Pero sobre todo me consideran una buena amiga.
— Si tuvieras que enfatizar sobre algo concreto de Zigia28, qué elegirías
— Su historia, que haya sido un hogar … el proyecto familiar. A veces yo misma lo he enseñado a los visitantes y ha resultado muy gratificante ir contando su historia tan entrañable.
— ¿Cómo es tu vida familiar?
— ¡Muy divertida! Tuve dos hijos con mi primer marido, que ahora es un gran amigo, me divorcié y me volví a casar. Con Ángel. La relación es genial para nosotros y nuestros hijos y conseguir eso no es tan fácil. No es solo labor mía, Ángel tiene mucho mérito. Y fíjate que pasamos las navidades todos juntos. La pandilla me llama Marta la de los dos maridos.
— ¿Pudiste compaginar bien el trabajo con el cuidado de tus hijos?
— Lo he hecho bien. Siempre con la ayuda de Ángel que ha sido un segundo padre, siempre respetando, por supuesto, la posición del padre de mis hijos.
— Los que te conocemos sabemos que tú eres una persona muy sensible…
— Efectivamente. Una psicóloga me dijo en una ocasión: eres una persona altamente sensible, lo que los profesionales definen como PAS. Se sufre mucho, pero también creo que se disfruta de forma especial.
— Puede que incluso hayas conocido esa afección, desafortunadamente tan extendida y tan contemporánea, que es la depresión.
— Sí, la tuvo mi padre, lo recuerdo con tristeza, aunque él era muy alegre y divertido. Puedo decir que mi padre salió fortalecido de la depresión. Y bueno, yo también, a raíz de la pandemia. Es que no es sencillo mantener tanta fortaleza cuando las circunstancias son tan adversas… dejar el negocio, el barrio. Dos años estuve acudiendo a una psicóloga muy buena que encima no me cobraba. Me facilitó muchas herramientas para superarlo.
— Y también eres una persona muy transparente…
— Sí. Y a veces el serlo te deja sin escudo que te proteja. Se puede dar con gente que no te respeta y busca hacer daño.
— ¿Cómo te ves en cinco años?
— Con salud. Lo que quiero es seguir activa en todos los sentidos. La felicidad son momentos y yo no quiero perderme ninguno de esos momentos.
— ¿Cómo conociste Zigia28?
— Justo cuando empezaron a construir el centro. Me producía mucha curiosidad: yo pasaba por delante siempre, me llamaban la atención aquellos toldos blancos y negros. Y cuando supe que iba a convertirse en un centro cívico, todavía sentí mucha más curiosidad. Un día tuve la idea de entrar en la web, y justo entonces me dije a mí misma: me voy a tirar a la piscina.
— ¿En qué momento te incorporaste al equipo de Zigia28?
— Fue en un momento difícil para mí, durante la pandemia. Zigia28 me abrió una puerta enorme y eso es muy significativo para mí. Durante un año y tres meses he sido una más allí.
— De hecho, sigues siéndolo porque aún impartes talleres florales en sus aulas. ¿Qué fue lo que más te llamó la atención cuando entraste a trabajar aquí?
— Me aportó muchísimo la sinergia tan especial con mis compañeros. Poder compartir, aportar y que me aportaran.
— Acababas de llegar a este barrio…
— Pues sí. Aquí estaba, después de treinta y cinco años en la Guindalera con tienda de decoración y regalos. Era mi mundo. Me costó mucho salir de allí. Fue mi hijo quien me recomendó este barrio, lo conocí y convertí en un reto llevar a cabo un cambio tan trascendental en el que confluía el irme de allí y cerrar mi negocio.
— ¿Cómo te presentaste en el centro cultural?
— Aleix me dio cita, conocí a Javier y sencillamente ofrecí mis talleres florales. Fueron muy generosos: me ayudaron, me dejaron elegir la sala. Pocos días allí y ya estaba enganchada…
— ¿Cómo surgió la idea de la tienda?
— Fue en un rastrillo. Visualicé el espacio, con sus aparadores y vitrinas, sus showrooms… y allí mis objetos especiales, las Mariquita Pérez, y le hablé del proyecto a Javier. Y todo comenzó en julio de hace dos años y lo mantuve un año y tres meses.
— ¿Cómo recuerdas los primeros días?
— Recuerdo sobre todo cómo el equipo entero se volcó conmigo. Eran momentos convulsos para mí y ellos se solidarizaron. Me sentí muy arropada. Me iba a jubilar, todo era complicado, mi sector estaba en baja y allí estaban ellos para apoyarme.
— ¿Cuál consideras que es el mayor obstáculo que has tenido que superar?
— Romper con todo lo construido, por las circunstancias así tuvo que ser. La frustración, la impotencia, cierta sensación de fracaso. El haberme entrampado económicamente… e incluso ahora seguir pagando. El caso es que yo funciono bien contra las cuerdas, pero se hacía enorme.
— Un recuerdo memorable del tiempo en el centro cívico, el primero que te venga a la mente…
— Sin duda el momento más inspirador fue cuando me mostraron la placa colgada en la pared en la que figuraba mi nombre. Imagínate lo importante que me sentí cuando leí: “Calle de Marta Sánchez del Río”. En ese momento fui consciente de que había dejado mi impronta en Zigia28. Lo cierto es que esa placa ha sido uno de los regalos más significativos que me hayan hecho nunca.
— Si pudieras cambiar de profesión mañana ¿Qué ámbito elegirías?
— ¡El mismo! Volvería a tropezar con la misma piedra. Me mueve la creatividad y la belleza.
— ¿Cómo ves a tus clientes, a tu público?
— Son personas que confían en mí. Son muy fieles. Lo cierto es que son más amigos que clientes. Es muy gratificante asesorar a gente cuando sientes que te creen.
— Aparte de impartir talleres de arte floral ¿continúas todavía de alguna forma en tu trayectoria, dando rienda suelta a tu vocación?
— Sí. Sigo suministrando productos, asesorando, decorando para eventos. Muchas decoraciones en oficinas, bodas, comunidades…
— ¿Cómo te definen tus amigos?
— Constante, trabajadora… aunque más que una cualidad es una necesidad para mí. Pero sobre todo me consideran una buena amiga.
— Si tuvieras que enfatizar sobre algo concreto de Zigia28, qué elegirías
— Su historia, que haya sido un hogar … el proyecto familiar. A veces yo misma lo he enseñado a los visitantes y ha resultado muy gratificante ir contando su historia tan entrañable.
— ¿Cómo es tu vida familiar?
— ¡Muy divertida! Tuve dos hijos con mi primer marido, que ahora es un gran amigo, me divorcié y me volví a casar. Con Ángel. La relación es genial para nosotros y nuestros hijos y conseguir eso no es tan fácil. No es solo labor mía, Ángel tiene mucho mérito. Y fíjate que pasamos las navidades todos juntos. La pandilla me llama Marta la de los dos maridos.
— ¿Pudiste compaginar bien el trabajo con el cuidado de tus hijos?
— Lo he hecho bien. Siempre con la ayuda de Ángel que ha sido un segundo padre, siempre respetando, por supuesto, la posición del padre de mis hijos.
— Los que te conocemos sabemos que tú eres una persona muy sensible…
— Efectivamente. Una psicóloga me dijo en una ocasión: eres una persona altamente sensible, lo que los profesionales definen como PAS. Se sufre mucho, pero también creo que se disfruta de forma especial.
— Puede que incluso hayas conocido esa afección, desafortunadamente tan extendida y tan contemporánea, que es la depresión.
— Sí, la tuvo mi padre, lo recuerdo con tristeza, aunque él era muy alegre y divertido. Puedo decir que mi padre salió fortalecido de la depresión. Y bueno, yo también, a raíz de la pandemia. Es que no es sencillo mantener tanta fortaleza cuando las circunstancias son tan adversas… dejar el negocio, el barrio. Dos años estuve acudiendo a una psicóloga muy buena que encima no me cobraba. Me facilitó muchas herramientas para superarlo.
— Y también eres una persona muy transparente…
— Sí. Y a veces el serlo te deja sin escudo que te proteja. Se puede dar con gente que no te respeta y busca hacer daño.
— ¿Cómo te ves en cinco años?
— Con salud. Lo que quiero es seguir activa en todos los sentidos. La felicidad son momentos y yo no quiero perderme ninguno de esos momentos.

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