Zigia28 sigue adelante en su línea de propiciar encuentros para que podamos reunirnos con diferentes personajes relevantes de nuestra cultura, política y sociedad. En un formato fresco y muy sugerente, este miércoles cinco de marzo volvimos a asistir a otra entrevista con sabor de barrio, en esta ocasión concertada con el carismático senador, diputado del PSOE y alcalde de Soto del Real entre 2015 y 2021, Juan Lobato, un invitado que prometía mucho y que no nos defraudó en absoluto. Lobato quiso antes que nada agradecer la oportunidad de comparecer en lo que definió como un centro de referencia de barrio, un lugar de memoria histórica y una estupenda plataforma para difundir cultura, agradeció personalmente su esfuerzo a Javier Martínez y a continuación se aplicó en responder con cercanía y buen humor a las diferentes propuestas de Jaime Rull, el periodista y comunicador que se ocupa de moderar los encuentros que se llevan a cabo en Zigia28.
Rull, tras presentar a Juan Lobato como el Bruce Springsteen del socialismo madrileño, señaló su insultante juventud y, con un guiño, le advirtió que su sonrisa guarda un curioso parecido con la de Zapatero. Estas observaciones fueron recibidas por el político con el desenfado y simpatía que le caracterizan. Lo cierto es que la tarde del día cinco de marzo asistimos a un coloquio distendido y ameno en el que los descreídos, los que desconfiamos un poco de que alguien pueda ofrecernos una reflexión acertada sobre la relación que pueda establecerse entre ética y política, fuimos relajándonos poco a poco gracias a una narrativa coherente en la que nunca se dejó de lado el criterio de conciencia colectiva ni el de la ética como concepto integrador. No nos sentimos en ningún momento como asistentes a un pregón político y supimos apreciarlo; pudo ser por su tono, su vitalidad o su determinación, pero el caso es que a algunos nos convenció de que el equilibro entre ambas ideas, ética y política, sí puede conseguirse.
Del coloquio podría destacarse la fluidez con la que se iban asociando ideas en un contexto tan definido como el que se estaba tratando esa tarde: ética y política. Se fusionaban con facilidad diferentes contenidos, desde aspectos de la infancia del político, el ambiente familiar en el que creció, sus tres hijos, a los que él viste y lleva al colegio cada mañana, el nacimiento de su vocación, y muchos recuerdos vitales y profesionales que finalmente se iban acoplando para ayudarnos a entender mejor su personal visión del mundo. La intervención de un asistente, un concejal de Soto del Real que quiso acercarse esa tarde a Zigia 28, resultó cuando menos curiosa -y en todo caso ejemplifica esa impresión, la de que allí las ideas se asociaban con bastante soltura-, ya que este participante introdujo inesperadamente a dos personajes peculiares en la pregunta que formuló a Lobato: los inefables Kiko y Coto Matamoros, y el caso es que los acomodó bien dentro del relato que estábamos desarrollando.
Juan Lobato enfatizó en todo momento en el tono y la crispación de la realidad política actual. Estableció un inspirador paralelismo entre el esfuerzo que hacen los padres cuando tratan de enseñar con el ejemplo más que con las palabras. El político y pensador concibe la ética justo de esa forma cuando se aplica a la política, considera que el entorno en el que se construyen los valores es fundamental, e insiste en la trascendencia de saber generar convivencia. En ese contexto, Lobato señaló con voz clara y alta que no todo vale en política. Le interrumpió un aplauso unánime del público… y finalmente pudo terminar su frase: hay una línea que no pienso cruzar.
Cabe reconocer que el carismático político logró captar nuestra atención no solo por su energía y su facilidad para contagiarla, sino por el hecho de saber moverse muy bien sobre el complejo fondo de ética y política acudiendo a sencillas anécdotas y simpáticos incidentes. Si lo que pretendía era que esa tarde los vecinos de Zigia28 no se aburrieran con el discurso de un político, hay que reconocer que lo logró con creces. Nos habló de los fans, de las cartas manuscritas como si yo fuera el mismo Paul Mc Cartney, apuntó.
Cuando el periodista y moderador le preguntó si alguna vez había tenido que mirar los bajos del coche, Lobato parecía resistirse un poco a tener que recordar una época que él sí vivió. Me quitó mucha calidad de vida vivir todos aquellos sucesos. Al hilo de estas reflexiones, Rull le preguntó directamente si él consideraba que estaría en el mismo lugar en el que está ahora en el caso de que ETA estuviera aún operativo. Su respuesta no debió de sorprender a nadie: Juan Lobato no se atrevía a garantizarlo.
Todos los asistentes sabíamos que inevitablemente se tendría que abordar el polémico asunto desatado después de que el político registrara ante notario cómo le llegó un correo del caso del novio de la presidenta de la Comunidad y presidenta del Partido Popular de Madrid, Isabel Díaz ayuso. Subrayó Lobato en esta ocasión nuevamente la trascendencia que para él asume la ética: ¿atacar a Ayuso a través de su familia? Yo no lo veo, si es algo que no tiene que ver con su gestión, no lo veo.
Una pequeña incursión en el terreno de cómo manejamos nuestra relación con la juventud quizás logró intimidarnos un poco a los que consideramos que precisamente esa es la gran asignatura pendiente, pero Lobato tenía claro por dónde cree él que debe transitar nuestro trato con las nuevas generaciones para poder ir afianzando lazos, y respondió con agilidad: si me preguntas que qué estamos haciendo mal, te contestaría sin vacilar que necesitamos buscar espacios comunes a la gente joven, tened en cuenta que hablamos de gente que no sabe ni lo que es un telediario… espacios como ecología, ayuda animal, redes sociales. Además, añade, para ellos nosotros hablamos raro. Hay que buscar también coincidir en el lenguaje.
Jaime Rull, acercándonos ya al final del coloquio, propuso un futurible: fantasear un poco con el hecho de presentarse como candidato. La simpática respuesta, oye, fantasea tú, nos sacó una sonrisa y estimuló un nuevo aplauso por parte del público.
Alguien entre los asistentes planteó entonces una pregunta diferente pero no por ello menos interesante: ¿qué parte del cerebro utilizas? Yo acudo a la empatía, a la comunicación y a la identificación, responde con sencillez el político. No podría decirte cual es la parte del cerebro en concreto, pero digamos que el cerebro intuitivo podría ser el más aproximado.
Al finalizar la entrevista, el moderador le animó para que esté ahí siempre y Lobato no eludió su compromiso: sí, aquí seguiré. Con esa promesa resonando en el aire concluyó nuestro encuentro. Cuando ya íbamos acercándonos todos a la puerta de salida, del ambiente de Zigia28 se desprendía energía y optimismo; muchos intentamos interactuar con el invitado con idea de profundizar un poco más en algún punto, pero no resultaba tan sencillo ya que éramos demasiados los interesados en conocer detalles y, aunque Juan Lobato hizo todo lo que estaba en sus manos por conceder algo de atención a cada uno de nosotros, no era cuestión tampoco de atosigarle.
Personalmente mi experiencia al asistir al coloquio de esa tarde - noche fue intensa y productiva. Admito que pueda deberse a que su visión sobre ciertos temas resuena conmigo y considero que con su actitud y su forma de proyectarse logra alinearse con los requerimientos de la comunidad. En todo caso, después de esta experiencia en Zigia28, sin duda todos vamos a estar al tanto del itinerario que en adelante siga este reconocido político. Le seguiremos la pista

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